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XXI Congreso Pedagógico 2016 

ESCUELA CRÍTICA Y EMANCIPACIÓN
REGISTROS PEDAGÓGICOS Y SU POTENCIA TRANSFORMADORA DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA

Ponente: Alicia Celes

Título: "Querer escribir", desafío para un equipo docente

“Querer escribir” se ha vuelto para este equipo docente, uno de esos  desafìos que nos acompañan e inquietan desde hace ya tiempo. Hemos realizado todo tipo de búsquedas, algunas infructuosas, otras llenas de reflexión y pensamiento; con referentes de gran reconocimiento para  nosotras como Norma Filidoro y Alicia Fernández, entre otros. Participamos de encuentros de reflexión institucional donde llevamos también ese desafío. Espacios que fueron configurándose como motor de búsqueda para este  Equipo psico socioeducativo central 3[1]- ex gabinete central- que a partir de la Ley 5206/15, pasa a ser parte del estatuto del docente, lucha que lleva muchos años de disputa y la escritura cobra un especial sentido en el marco de dicho proceso de reglamentación.

Entonces, ¿Para qué escribir? podría ser una pregunta pertinente. Para poner en común conocimientos construidos colectivamente. Para conversar con otros y otras sobre la experiencia de este espacio. “Para hacer público este conocimiento. “¿Para asegurar la memoria?” “¿Para no tener que estar recordandolo todo siempre?” Así podríamos ensayar una lista interminable de preguntas/respuestas  y vale la pena, aunque solo sea para  salir de la hoja en blanco, aún pudiendo reconocer que la potencia está allí, en eso a ser escrito (Bárcena) en la hoja en blanco. Eso que nos resulta inquietante, que nos perturba  y nos deja sin ideas... a escribir. Escribir que no es otra cosa que inscribirse en un común, en un “con otros”; tal vez ese proceso sea más importante que el resultado mismo de la  escritura”[2].

Conformamos un equipo que funciona sin mayores dificultades con sus diferencias filosóficas y hasta ideológicas, es “noble” reconocerlo, pero que funciona en un marco de “valores institucionales compartidos”. De este modo las diferencias se comprenden como parte de verdades con las que podemos interactuar y hasta enriquecernos. Porque intentamos, a veces con mayor fortuna que otras, comprender esas diferencias como capacidad de construir mundos múltiples y diversos en los que vivir.

Sin embargo, pareciera que para la escritura se configura como un “nudo”,  que  como toda  “construcción inmaterial”, que mantiene unidas cosas,  para nosotras quedan allí entrelazadas escritura y trabajo - Así la idea de reflejar en la escritura la “tarea” que llevamos a cabo, se volvió un imperativo, al que resulta difícil o casi inalcanzable,  dar forma.

Tenemos  momentos, en  relación con las posibilidades de compartir la escritura, que nos encuentra enredadas en discusiones, de querer decir sin poder escuchar mucho lo que los/las otras tienen para decir-nos y otros momentos de escucha, deliberación y pensamientos reflexivos.

En este nuevo tiempo en el que estamos transitando la posibilidad, este “querer escribir”, acompañadas de quién ha participado de muchos otros colectivos docentes de escritura, como es Daniel López. Junto con-a él, en este recorrido reciente que va siendo vivido de muy diversas formas, cada encuentro, para cada una-o. Con acuerdos de tiempo y espacios planificados, con posicionamiento para la escritura y desde el reconocimiento de que lo que importan no son las vidas como modelos. Sólo las historias sirven, nos recuerda Heilbrum.

 

La escritura es la pintura de la voz[3] 

 

Por sugerencia de quienes me acompañan en este escrito, iré en busca de pinceladas de voces de mis compañeras con quienes compartimos este desafìo, para hacer de este relato un “texto conversación” que muestre  nuestra relación con el proceso de escritura. 

“Comenzar una escritura que dé cuenta de lo que cotidianamente realizamos como integrantes del Equipo Psico Socio Educativo Central  Zona 3 me parece algo de difícil concreción, posiblemente tenga que ver con exigencias de estilo de escritura o de modos de comunicar vivencias que no dejan fluir espontáneamente las palabras que parecieran ser las  adecuadas para tal fin…()”[4]

Discutimos sobre estas razones en oportunidades y acordamos que no buscamos encontrar en este colectivo algo que anule sus diferencias y aunque no  pensemos en encontrar un único modo,  estilo, manera de escribir, es bien complejo abrirse a diversos modos de representación. A puro intento de entender lo que nos pasa, podríamos ensayar hipótesis siempre en movimiento; en el  gesto de ligar la escritura con la capacidad-inteligencia  pareciera residir parte de la problemática, en lugar de ligarla con la capacidad de vivir y de experienciar, siempre recreada, siempre reinventada que tiene la misma.

Quizás ésta sea una cuestión a tener en cuenta, reconocer que estamos hechos de historias escritas y contadas. Eso que liga la memoria y la historia con subjetividades personales y colectivas. Así podría recobrar sentido lo de cada una,  esas ideas que nos acompañan de “la escritura no es para mí”, “no estoy preparada para escribir”o el silencio atento, el esfuerzo por encontrar  “la palabra” que defina el hacer,  la exigencia conceptual que desconoce la experiencia,  la minuciosa observación y análisis de las situaciones y otra vez la exigencia, que de todos modos no anula, el “querer escribir”, que persiste a la espera de que en cierto momento se vuelva entre tanta  idea-potencia, la capacidad de escribir, sostenido en el deseo de querer escribir.

En este recorrido por la escritura de nuestro hacer, hay textos más situados en la especificidad del trabajo que llevamos a cabo y otros más preocupados por el contexto social, polìtico y cultural, porque creemos además que el hacer pedagógico es inminentemente político.

La figura del “desierto” (es decir territorios habitados por seres no concebidos como humanos) fue utilizada para justificar la masacre en el siglo XlX; para qué está siendo utilizada hoy? Podríamos pensar en la posibilidad de una nueva campaña, esta vez de arrasamiento  ya no de las personas físicas sino de su producción socio-cultural?

La figura del “otro” pensado como inferior, inculto, peligroso, arribista, usurpador, violento?  “desierto” hoy, podría ser el no reconocimiento del “otro” como un semejante a mí,? Podríamos estar asistiendo a una re-configuración de sentido, sobre la idea del otro[5]”.

De cuentos y de vidas

 

A propósito del otro y de lo propio que nos trae Graciela quiero aquí abrir paréntesis, alojando lo más personal, que intente explicar y contar de un modo singular ese recorrido, más precisamente  cómo recorro esta experiencia. Aunque siga de algún modo también siendo una experiencia colectiva. Y como los cuentos hacen a nuestras escrituras, quiero decir que desde  hace tiempo  pude encontrar en la propia experiencia de  vida una relación nunca antes pensada con la escritura y la lectura. Una de las revelaciones que dan cuenta sin dudas de las motivaciones acerca de mi deseo, de ese “querer escribir”, tendré muchas razones, pero hay una que la atraviesa profundamente y para ello fue necesario revolver en mi historia de vida; aunque está ahí muy a mano, para mí compartir con otros compañeras/os, es un proceso que vale la pena atravesar .

Es verdad que “es duro construir historias en las que vivir”. La historia que había construido, era una historia pensaba como herencia individual y personal, es que cuando una es hija de “analfabetos-campesinos”, la relación con la escritura, se vuelve resistencial. Y ese es un primer gran reto, y allí la   alternativa posible es la de  ser “un tránsfuga de clase”[6], y aún reconociendo que estas no son construcciones que se edifican en soledad, es decir  no fue una idea solo mía, pensar la herencia individual, personal y lo que es peor creer que depende de mi esfuerzo y de mi capacidad, torcer el rumbo de lo que estaba “escrito”. Aunque lo más interesante, la paradoja es que, fue también  con otros que llegué a reconocer que esa es una herencia social, de una deuda que para muchas y muchos seres queridos y cercanos ha sido insalvable.

 

“Derivar la pregunta”

 

Paula[7] trae en sus reflexiones acerca del contexto, la mirada y sus efectos, la potencia de poner en juego  múltiples relaciones, relaciones que pueden dar lugar y apertura de nuevos posibles. Estas ideas permiten advertir que, cuando en este equipo recibimos situaciones escolares, lo que se nos presentan son textos. Textos que hablan, cuentan sobre las circunstancias que atraviesan niños, niñas o jóvenes en las escuelas y nosotras queremos agregar aquí, en la vida. Cuándo decimos texto, no nos referimos sólo a lo escrito sino a lo construido, a las diferentes versiones que se tejen de una experiencia. Así intentaremos siempre poner esos textos en contexto, qué significa hacerlos parte de eso que lo compone; donde ahora pasaremos a ocupar un lugar. Allí en una búsqueda de "derivar la pregunta" (Norma  Filidoro). Una primera interrogación de importancia será entonces, cómo es ese contexto en el que éste niño, niña o joven producen conductas o saberes; "produce o no las produce" según los decires. En otras palabras qué relaciones lo sustentan, qué vínculos los acompañan en esas circunstancias, en ese "estar en dificultad". Poder caracterizar ese mundo escolar, familiar, social en el que se inscribe es más   importante que detenerse, a ubicar variables individuales o personales, sin dejar afuera, pero no será desde allí donde vamos a pensar y construir condiciones de posibilidad para lo escolar.

Estas son perspectivas que  para “quienes nos hemos ido incorporando a lo largo de estos últimos años pudimos ver una historia, una trayectoria de trabajo que no ha renunciado nunca a pensarse a sí misma. No a pensar en sí misma, sino a pensar-se, a abrirse a la reflexión sobre las propias prácticas en relación a la educación como un derecho personal y social de los niños, niñas y jóvenes que atendemos. Se trata de una experiencia vivida, construida entre varios, que queremos compartir. La escritura se nos presenta así como una vía de encuentro con otros (...)”[8]

Así es nuestro recorrido con la escritura, que es nuestra y de  otros, como dice Laura. En este intento de responsabilizarnos de la documentación de nuestro hacer, como instancia que se propone problematizar, pensar la pedagogía desde distintas miradas, voces y relatos.   Reconociéndonos en la “fragilidad” que nos iguala, puesta esta vez en “la escritura”, pero conscientes de la complejidad de nuestras prácticas y de sus dimensiones conceptuales, éticas y políticas. Desde esta perspectiva colectiva buscamos entramando historias: comprometer la palabra, interrogarnos renunciando a las respuestas para seguir abriendo y tejiendo nuevas historias, experiencias educativas y de vida.            

Y hablando de experiencias personales y colectivas, quisiera volver a lo propio,  no es tan simple como decirlo, que una un día comprende que unos padres analfabetos pueden enseñar, a leer el mundo, y leer en el más pleno sentido del término, “enseñar a leer”, al decir de Paulo Freire “la lectura del mundo precede a la lectura de la palabra”. O enseñar a escribir, siguiendo el curso de eso que se  ignora profundamente. Y entonces un sueño, soñado desde siempre ese heredado por convicción por ese simple hecho de “querer - escribir”, y no tener a mano esa herramienta.

 

El azar, las huellas

 

También es verdad que el azar cuenta, que yo esté aquí contando esta historia tiene que ver con algo de eso. Lo azaroso del encuentro con otros, compañeras/os, amigas/os maestros/os, personajes de historias y de cuentos que ayudan a crecer, a creer, a ser. Aun así, siempre vuelvo al origen de eso que deja huellas a veces dolorosas, otras cargadas de significados. Siguiendo esta idea,  quizás no sea solo de casualidad que en este verano, fui a mi provincia natal, Corrientes y necesité llegar hasta mi escuela primaria, alejada del mundo urbano. Se encuentra ubicada en el  paraje Arroyo González, a unos 60 Km de la Ciudad de Goya. Quería estar allí, en la Escuela provincial N°821, Valentín Insaurralde, no se muy bien por qué, pero ahora me atrevo a ensayar que “estar ahí”,  tiene algo que ver con esta  búsqueda...  de mis primeros trazos quizás, allí por primera vez a los seis años buscaba, hasta las lágrimas, mi nombre escrito en una lista en el pizarrón y no lo encontraba… allí dibujaba mi nombre por primera vez en un cuaderno de clases, allí donde los recreos eran espacios amplios de corridas, hamacas y escondidas, que bien justificaban los cansadores 4 o 5 kilómetros de caminata  para llegar hasta la escuela.

Fue un lindo encuentro. Entonces, para mí, ya no importan tanto las desapropiaciones, las escrituras perdidas, las lecturas olvidadas. Mirar esos espacios vacíos, como característica propia del tiempo en el que fuí, las vacaciones de verano. El silencio, el pasto creciendo sin permiso, aprovechando la ausencia, falta de bullicio y el andar de niños y niñas en  tiempos de clases. Y allí entre los juegos, entre el olor a verde y sol abrasador del mediodía de un verano caluroso como tantos en ese lugar, volví a encontrarme. En busca de ese encuentro,  pude “meter la cabeza por una ventana” y visualizar el aula de primer grado. Por eso puedo encontrar un sentido a esa necesidad de “estar ahí.”

 

Porque “caí en esta escuela pública, afortunadamente”. Minuciosa, venturosa  y reveladora, como el designio del caer de la lluvia de Borges, ha sido caer en la escuela pública para mí;  la única en kilómetros y kilómetros de extensión. La misma escuela pública a la que le debo lo que soy… como no sentir la necesidad de rendir homenaje a cada uno de mis maestros y maestras, esos a los que políticos de turno desconocen e ignoran con total descaro e  irrespetuosidad sin precedentes.

“La mirada del docente, es una mirada sostenida y sostenedora, pronta al diálogo. El diálogo crea un entramado que perfila el vínculo. En la relación alumno docente, sobre todo en contextos de vulneración, el gran desafío es que el alumno se apodere de su palabra como expresión del pensamiento propio legitimado. Por contrapartida, el docente aporta la escucha empática, abierta, hasta dónde su propia subjetividad se lo permite. Esa escucha es la que desbloquea canales de aprendizajes obstruidos por experiencias familiares y escolares negativas, la que acompaña el proceso de subjetivación”[9].

 

Ecos sonoros retumban

 

Y sin buscar, hablando de vínculos, miradas, diálogo, de reconocimiento y afecto vienen sin permiso  a  mi memoria,  frases,  ecos que recuperan sonidos y formas,  “a mi me hubiese gustado seguir yendo a la escuela”, nos decìa siempre mi madre. O esta otra un poco más  áspera, pero que me interpela cada vez, el dicho de mi padre… “la escuela no era para mí”.

Larrosa dice, que tal vez reivindicar la experiencia sea también reivindicar un modo de estar en el mundo... (Experiencia y alteridad en Educación).

De este estar en el mundo, del que nos habla la entrañable Teresa, una compañera con quien tuve la suerte de compartir y aprender en la escuela, porque Teresa tiene esa capacidad de enseñar a quién se acerca, casi algo así  como “por arte de magia” o como dice en uno de sus  textos maravillosos que “los adultos en la escuela, PROVOCAMOS ofreciendo una red que construimos de la mano de otros, a lo largo de la vida. Una red que seguimos tejiendo en el día a día de la mano de nuestros niños y jóvenes. Vamos provocando como hacía mi tío Rufino extendiendo la bandeja. Bocaditos en red. Entonces, decimos NO a la DOMESTICACIÓN de las palabras, de las ideas, de los cuerpos y de nuestros alumnos[10].

Y con esta idea de la PROVOCACIÓN tan tentadora, volvemos a nuestro HACER escritura, intentando “PROVOCAR” cada vez:. “Hacernos preguntas allí donde funciona un efecto automático: si  a un niño/a  le pasa “tal” cosa, que se llama de “tal” manera, entonces: -tiene que ir a “tal” escuela… - hay que aplicar “tal” protocolo… otra vez, siempre?, en todos los casos?...

La educación especial puede ponerse al servicio de fomentar el dispositivo de totalización para que allí nada cambie, que lo común se mantenga intocable. En vez de producir un corte.

Quiero decir que ese posicionamiento de la educación en lugar de revolver/ en lugar de producir discontinuidades, fija, reproduce, quedando entonces como un lugar de desecho; en general ese lugar al que no se quiere llegar y devaluado/desvalorizado hasta por el mismo colectivo docente donde se pueden escuchar frases como: “todavía es muy chiquito para que ingrese a especial”; “de aquí no se sale”; “aquí se va a deteriorar”… La educación especial puede ofrecerse como una opción positiva; como una elección que se pueda realizar positivamente y no como descarte, porque es lo que queda.

Esa positividad solo puede construirse rompiendo/ interviniendo/subvirtiendo/ interceptando las totalizaciones; no es pensar en los alumnos y qué problemas tienen esos alumnos que “se” salen de lo común”[11].

Escribimos en cada encuentro en este espacio, para nosotros y para otros, escribimos muchas veces sobre vidas de dolor y padecimientos; es decir, escribimos lo más difícil de escribir, “cuidando cada vez”. Realizamos como en tantas instituciones educativas escrituras/registros en libros, legajos, informes, nunca olvidamos que se trata de historias de vida. A lo largo del tiempo en este espacio, se ha escrito sobre las prácticas, para  presentaciones en Jornadas educativas y de salud, siempre se nos devuelve un reconocimiento afectuoso, aún en espacios no conocidos, sobre nuestro hacer. Porque tenemos claras finalidades y en la transmisión de esas conceptualizaciones logradas  con la  solidez que ofrece la capacidad de reflexión y de estudio. Sin embargo la sistematización de esos trabajos es un reto a lograr.

“Poder escribir...”

 

Y entonces reconocer esa escritura desde la intimidad de cada una-o, esa que aunque ya muchos hayan dicho, es lo que cada uno/a tiene para decir. Eso  que nos hace libres porque se nutre de esa capacidad de  no salvarse solo- . No te salves, no te quedes inmóvil, no te guardes del mundo,  dice la letra desesperada de una bella poesía, de Mario Benedetti. Ojalá logre convidar, provocar a cada compañera, de este equipo de trabajo, que admiro y quiero hacerlas- hacernos parte de esta invitación, que deje de ser  “un  querer escribir”,  para que se transforme en un  “poder escribir” porque somos potencialmente capaces de querer,  juntas lo que hacemos y ese es el valor que pretendemos transmitir.

Fotografía: Leo Mirvois

 

Poder escribir para contar lo que hacemos, como bella expresión de una pedagogía de la ternura, asumiendo el hecho educativo como eso a crear, decimos en este equipo, esta vez en la voz de Olga: “Los que trabajamos en las escuelas - y las pensamos críticamente; los que trabajamos en las escuelas y no estamos al servicio de producir niños que se adapten a ellas; los que trabajamos en/con las escuelas - y como ven no importa aquí la disciplina - observamos con preocupación los efectos de estos accionares que recaen sobre los niños. Siempre en nombre de una supuesta defensa de sus derechos pero demasiado pocas veces en nombre de su autonomía; del derecho a  su subjetividad...de su derecho a ser escuchado.  Derechos que se corresponden en la práctica con una obligación - y no solo de los padres -  Responsabilidad que tenemos todos. Complejos entramados de prácticas en relación con las familias, los niños, las instituciones que deberán tenerse en cuenta a la hora de pensar una intervención[12].

En conversaciones y textos Daniel[13] nos recuerda, persistentemente  que la recuperación de experiencias institucionales permite poner en cuestión, los destinos, la repetición, el desamparo, la “tragedia”, desde una mirada de los derechos humanos. Una tarea para visualizar cómo conviven políticas y conceptualizaciones al paradigma de los derechos humanos. También se trata de dar cuenta del desarrollo de capacidades institucionales cuando es posible pensar junto- escuchar voces y saberes, procurando relaciones igualitarias.  Y nosotra/os tenemos allí qué DECIR.

Para finalizar, lo dicho aquí encuentra lugar en otros textos y pensamientos, esos otros que alcanzaron voces tibias, palabras que me animaron a seguir,  un texto que de no ser así, “sostenido”, no hubiese sido posible. Una conversación en el sentido pedagógico del término. Conversación que conserva imágenes, sonidos y colores que solo pueden ser ofrecidos desde la experiencia,  procurado captar lo vivido; eso que algunos llaman interpretar con la sensibilidad el presente.

 

 

“Volví al suelo, territorio  de mi infancia, para poder escribir...”

 

 

Bibliografía consultada

-Freire, P (2002) Pedagogía de la esperanza. Un reencuentro con la pedagogía del oprimido. Siglo veintiuno Editores. Argentina

-Contreras J. Domingo y Nuria Pérez De Lara Ferré, "Investigar la Experiencia Educativa", Ediciones Morata.

-Larrosa, Jorge (1995): Déjame que te cuente- Ensayos sobre Narrativa y Educación- Barcelona, Leartes

-Eribon Didier, (2015): “Regreso a Reims”

Sliar, Carlos y Larrosa Jorge (2016): Experiencia y Alteridad en Educación- Ediciones: Homo Sapiens.

-Barcena,Fernando (2016) En busca de la educación perdida. Ediciones: Homo Sapiens.

-Koczack, Janusz (2013): Y los derechos de la Infancia-ISTLYR Instituto Superior de Tiempo Libre  y Recreación - Ministerios de CABA.

-Favella, Olga (2016), XIX Jornada.“Carencias Parentales. Carencias Institucionales. Discapacidades”. Coordinación Científica: Adriana Franco; Marisa Punta Rodulfo; Ricardo Rodulfo y Carlos E. Tkach.-Coordinadores Generales: Juan Carlos Fernández y Paul Douglas Yorston.

-Torrealba, Teresa (2014): PEDAGOGÍAS DE LA PROVOCACIÓN- La alfabetización inicial desde la Educación por el Arte. Buenos Aires, XIX Congreso Pedagógico, UTE-CTERA.

-Suárez, Amelia y Córdoba, Mónica (2016):  ALFABETIZACIÓN EN LA CÁRCEL. REGISTROS PEDAGÓGICOS Y ROL DOCENTE. Buenos Aires, XX Congreso Pedagógico, Poéticas de las pedagogías del Sur, UTE-CTERA.

Favella, Olga (2016):Jornada 03/09 –- Educación y Psicopedagogía - FFyL – UBA-

-Textos - escrituras en proceso: 

-Antonaccio, Laura (2016)La escritura en Gabinete Central- borrador del espacio de escritura grupal-

-Cucci, Claudia(2016)Escritos:- borrador del espacio de escritura grupal-

-Nogues, Graciela (2016)- Aún no tiene título o no tiene nombre: - borrador del espacio de escritura grupal-

-Donadello, Paula:(2016) ¿Qué miramos cuando “miramos el contexto”, qué efectos produce esa mirada?- borrador del espacio de escritura grupal-

-Celes, Alicia (2016)- Pedagogía de la Memoria- borrador del espacio de escritura grupal-

[1] Estos Equipos  son 4 en total en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires: que atienden a los diferentes distritos escolares. 

[2]  Celes, Alicia (2016)- Pedagogía de la Memoria- borrador del espacio de escritura grupal-

[3]  Parafraseando a Voltaire.

[4] Cucci, Claudia(2016) Escritos: borrador del espacio de escritura grupal.

[5] Nogues, Graciela (2016)- Aún no tiene título o no tiene nombre: - borrador del espacio de escritura grupal-

[6] Didier Eribón- Regreso a Reims.

[7] Donadello, Paula:(2016) ¿Qué miramos cuando “miramos el contexto”, qué efectos produce esa mirada?- borrador del espacio de escritura grupal.

[8] Antonaccio, Laura (2016)La escritura en Gabinete Central- borrador del espacio de escritura grupal-

[9]   Suárez y Córdoba (2015) en Publicación 2016.

[10] Torrealba, M Teresa (2014).

[11] Favella, Olga (2016):Jornada 03/09 –- Educación y Psicopedagogía - FFyL – UBA

[12]  Favella, Olga (2016) XIX Jornada.“Carencias Parentales. Carencias Institucionales. Discapacidades”. Coordinación Científica: Adriana Franco; Marisa Punta Rodulfo; Ricardo Rodulfo y Carlos E. Tkach.-Coordinadores Generales: Juan Carlos Fernández y Paul Douglas Yorston.

[13]  López, Daniel (2012): Ser Escuchados, derechos humanos y educación-Políticas de Infancia- Contribuciones docentes a los debates actuales sobre niños y jóvenes- Editorial Miño y Dávila- y conversaciones en EPSE Central3-

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