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XXIII Congreso Pedagógico 2018 

EDUCACIÓN, DEMOCRACIA Y RESISTENCIA
LUCHAS Y SOBERANÍAS PEDAGÓGICAS

Ponente: Marcela Terry

Título: La asamblea de 1ero: participar y pensar en colectivo

 

Palabras clave: Primaria, Formación Ética y Ciudadana, asambleas, participación, metodología.

 

Este trabajo presenta la organización y el desarrollo de asambleas de grado en una escuela pública de CABA. Las asambleas se realizaron en un primer grado desde el inicio de clases hasta el fin del ciclo escolar y continuaron con el mismo grupo y docente en segundo grado.

En la decisión de llevar adelante las asambleas confluyen: por un lado, el interés por abordar contenidos del área de Formación Ética y Ciudadana habitualmente desdibujados y desjerarquizados, como la participación y la construcción de ciudadanía; y, por otro, la preocupación por gestionar la vida cotidiana del aula y resolver situaciones conflictivas de manera colectiva y no desde la voz y la decisión únicas de la docente.

 

Contexto

 

La experiencia se llevó a cabo en la escuela N°15 D.E. 17, con un grupo de 25 niños de primer grado en 2016 y continuó en segundo grado, en el marco de la unidad pedagógica. A la escuela concurren familias de clase media, la mayoría provenientes de partidos del conurbano bonaerense (San Martín, Caseros, Tres de Febrero) dada la ubicación de la escuela, cercana a General Paz. Cuenta con recursos como libros, sala de informática, laboratorio y espacios amplios.

Desde 2017, la escuela recibe solo un programa, la maestra MATE. En contraposición a la presencia escasa de programas, hay un número importante de Acompañantes Personales No Docentes (APND), maestras integradoras y recuperadoras, casi una docena de personas concentradas en algunos grados –por ejemplo, un tercero tiene maestra de grado, acompañante pedagógica y tres APND.

La institución funciona de manera tradicional en cuanto a ritos de inicio y fin de la jornada, vínculo con lxs niñxs, resolución de conflictos por medio de medidas punitivas, actos escolares y relación con las familias.

 

Principios

 

Es importante explicitar los aspectos ideológicos y políticos implicados en la realización de las asambleas. La experiencia aquí compartida se sostiene en un conjunto de convicciones y en el intento de lograr coherencia entre ellas y la práctica. Prima una mirada determinada sobre el mundo, sobre la sociedad, la participación y los niños y las niñas.

Entiendo que la conflictividad es inherente a la vida social, por tanto, a las instituciones. En ese sentido, es necesario intervenir colectiva y pedagógicamente para reconocer y atender los conflictos, y para asumir las responsabilidades que permitan construir una vida escolar democrática y participativa. Cabe remarcar el carácter educativo de las intervenciones planteado desde el cuidado, ya no desde lo punitivo o patologizante, tanto en situaciones de la vida cotidiana de las escuelas como en la emergencia de situaciones conflictivas específicas.

Las asambleas son una respuesta pedagógica que permiten, al acordar criterios y organizar la vida en común, al priorizar el diálogo y la escucha, visibilizar, abordar e intervenir sobre conflictos antes de que se transformen en situaciones graves o violentas. A la vez, favorecen la construcción de proyectos colectivos que posibilitan el afianzamiento y el reconocimiento grupal. Estos aspectos apuntan a una mejor convivencia al crear lazos de confianza, solidaridad y comunidad.

Los niños y niñas tienen derecho a opinar y decidir sobre las cuestiones que les afectan. En este sentido, organizar en el aula un tiempo y espacio de opinión y decisión colectivas es el camino para su formación como sujetos responsables, reflexivos, con un entendimiento profundo y complejo de las situaciones que viven. La palabra de los niños y niñas es tomada seriamente, son escuchados y considerados; las decisiones se concretan, no se trata de un “como si”.

Otro principio que sostuvo la experiencia fue la idea de que se aprende a participar en instancias colectivas de decisión y esto se logra a través de la práctica misma y real, no desde la teoría. No deberíamos formar para un futuro en democracia sino buscar que la democracia ya se viva en la escuela: en las asambleas se comparten y se hacen públicos los conflictos, las soluciones, las opiniones, los proyectos y los compromisos. La formación de la ciudadanía se palpa y se realiza en este tipo de instancias en las que se proyecta y se decide en colectivo.

La realización de las asambleas supone también una mirada particular sobre el lugar que tenemos los maestros en el grupo. La tradición nos ubica en el lugar del que sabe, ordena y dirige; el que maneja la comunicación y detenta el poder en el aula. La real participación de los niños y niñas, la escucha, las decisiones colectivas exigen la disposición a correrse, a compartir el lugar de poder, de otorgar la palabra, de decidir, de argumentar basándose no solo en la autoridad que poseemos. 

Los principios y las convicciones hasta aquí expuestas son contrarios a un modelo “lavado” de asambleas escolares que responde a principios individuales, priorizando la enseñanza de valores y el manejo de las emociones. No es una moda, no es una receta para “grupos problemáticos”, sino que es una manera de vivir y construir la cotidianidad de la escuela. Tampoco se trata de una técnica didáctica sino que hay una convicción profunda respecto de la participación de los niños y niñas en todos los grados de la escuela primaria, de la construcción de la ciudadanía y de la seriedad de su palabra. Estos tres elementos no solo deben enunciarse sino que deben ser vividos;  se aprenden en la acción, en el hecho mismo de participar, de decidir, de ser escuchados y escuchar, de ser respetados y cuidados.

Hay numerosos antecedentes en nuestra historia escolar sobre la realización de asambleas, consejos y otras instancias de participación. No partimos desde cero, hay una historia por recuperar y continuar. Considero que este punto constituye una forma de resistencia. Nos resistimos a las modas pedagógicas, a las tradiciones teóricas que no nos hablan de nuestros problemas. Levantamos nuestra voz para compartir entre nosotros los saberes que construimos.

 

Decisiones político-pedagógicas

 

La primera decisión fue  construir un espacio de intercambio para abordar en forma colectiva situaciones problemáticas grupales. En la institución no se desarrollaban experiencias similares; por el contrario, las intervenciones más frecuentes tenían que ver con la participación del equipo de orientación. Ante situaciones de conflicto reiteradas, las familias solicitaban separar o cambiar de sección a algunos niños frente a la cual la conducción siempre explicitó la decisión de no realizar ese tipo de intervenciones.

Como ya se mencionó, la decisión de realizar asambleas de grado se tomó desde la confianza plena en las posibilidades del grupo y en las de cada uno para asumir la responsabilidad del devenir grupal. Además, desde la convicción de encarar las situaciones conflictivas de esa manera y no desde la mirada, la voz, la autoridad y/o  las medidas de punitivas tomadas por la docente.

Esto lleva a la decisión de compartir información con los estudiantes y a favorecer la apropiación del espacio áulico y los tiempos en la medida de lo posible. Los/as niños/as sabían días y hora de las asambleas y muchas de las decisiones que tomábamos implicaban que ellos gestionaran espacios, materiales y tiempos. La circulación de la información se profundizó, se expandió, se amplió.

Otras decisiones acompañaron la concreción:

  • Para hacer las asambleas, qué tareas asumirían los/as niños/as y qué tareas serian responsabilidad de la docente y cómo, paulatinamente, se revisarían y renegociarían esas responsabilidades.

  • Conversar con las familias sobre esta manera de trabajo. Al inicio había muchos planteos y preocupaciones por los conflictos y también por la organización y el cuidado de los materiales.

  • Atender a que en las asambleas no se trataran solo conflictos sino también la planificación de proyectos, por ejemplo, la decoración del patio de primero.

Por último, a medida que avanzaba el año y fundamentalmente en segundo grado, se tomaron decisiones para complejizar las situaciones de asamblea; por ejemplo, el registro de las votaciones a través de la elaboración de actas.

 

Las asambleas

 

Al comienzo del primer grado, las situaciones conflictivas tenían que ver con dos aspectos; por un lado, la organización de la vida cotidiana del aula (recoger cuadernos de comunicaciones, mantener ordenadas las mochilas y los abrigos, etc); por otro, se daba cierta dinámica grupal de estigmatización de un niño como “el golpeador”, en tanto a nivel grupal circulaban pocas estrategias para resolver conflictos de manera no violenta.

La instancia de asamblea tuvo una frecuencia semanal y al continuar en segundo,  en la última parte del año, la frecuencia pasó a ser quincenal o por pedido de cualquiera de los participantes.

Todos los/as niños/as del grado participaron, algunos con más intervenciones que otros al comentar o proponer, pero se notó involucramiento en todos/as. En varias ocasiones otras maestras vinieron a observar el desarrollo de una asamblea y presenciaron sin intervenir; los/as niños/as les explicaban y fundamentaban el funcionamiento. 

Al inicio de la experiencia, las tareas previas, las que se realizan durante la asamblea misma y las posteriores estuvieron a mi cargo y paulatinamente fueron distribuyéndose en el grupo. Las tareas previas implicaban acomodar las sillas en ronda y generar un clima de escucha. Durante la asamblea había que anotar los temas del día, organizar los turnos para hablar, registrar las propuestas, organizar la votación y contar votos. Una vez finalizada la asamblea era necesario registrar lo acordado y los temas pendientes para poder retomarlos en la siguiente. Luego de dos meses de asamblea, varias de las tareas ya eran responsabilidad de los/as niños/as: ordenar la ronda de bancos, anotar nombres de oradores, solicitar escucha para cada intervención, contar los votos. Más adelante, también asumieron el dictado y la escritura de las propuestas, y elaborar el listado de temas.

La agenda de temas se armaba a partir de las propuestas de todos/as, incluida la docente. Algunos de los temas tratados fueron decoración del patio de primero –decidimos pintar juegos en el piso y colocar plantas, para lo cual realizamos una jornada de trabajo con las familias–, cómo guardar los libros y materiales en el aula para que no los carguen todos los días y que queden ordenados y no se pierdan, cómo resolver peleas o conflictos sin pegar, cómo hacer la fila para salir de la escuela y para trasladarse en la escuela –los más altos se quejaban de que nunca podían ir primeros, decidimos formar a veces de menor a mayor según un cronograma, elaboración de un reglamento del aula y otro para paseos.  

La continuidad en segundo grado llevó a ampliar y profundizar algunos aspectos como la participación en la gestión de la asamblea misma que se abrió a más niños/as que escribían los temas y propuestas. La modificación más importante fue la elaboración de un cuaderno de actas en el que se consignaron las propuestas acordadas y todos/as firmaban. Esto permitió tener una memoria de las asambleas, recordar decisiones y discusiones y apelar a la responsabilidad para el cumplimiento a partir de la firma.

 

Pendientes

 

Los desafíos pendientes tienen que ver, por un lado, con extender la modalidad de asamblea a otros grados llegando incluso a una organización institucional de delegados y de instancias de participación escolar completa. En la escuela no se amplió la experiencia y no hubo repercusión, solo dos maestras que observaron una asamblea en una oportunidad.

Otro punto que queda abierto es la preocupación por la formación de los docentes para emprender y coordinar este tipo de experiencias.

 

Referencias bibliográficas

Grupo SIMA - Golzman, G. y D. López (coord.) (1989), Atención: maestros trabajando. Experiencias participativas en la escuela, Buenos Aires, Libros del Quirquincho.

Guía Federal de Orientaciones (2014), Ministerio de Educación de la Nación. 

Normativas 4. Resoluciones del Consejo Federal de Educación (2015), Ministerio de Educación de la Nación. 

Núcleos de Aprendizaje Prioritario, Formación Ética y Ciudadana, Ministerio de Educación de la Nación. 

Lichtenzveig, H. y M. Marucco (2018), Otra escuela posible. Cooperativa Escolar Manzana Podrida, Buenos Aires, CCC.

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